Erica vino a mi estudio acompañando a Andreas, su padre.
No la conocía con anterioridad y, por tanto, faltaba ese punto de confianza que debes tener con alguien a quien pretendes retratar… Siempre he pensado que hace falta mucho valor para ponerse ante una cámara manipulada por un desconocido 🙂
La verdad es que no tardó mucho en producirse la magia.
Erica hizo que todo fuese muy fácil. En todo momento se mostró receptiva a mis indicaciones y posó con una soltura sorprendente para ser su «primera vez». Pienso que, sin duda, ayudaron mucho sus dotes de bailarina y, cómo no, el estar acompañada por personas de su entorno más cercano.